martes, 15 de abril de 2014

LA CITA

Se hallaba rodeado de gente maravillosa, en buena compañía…, y sin embargo sentía que aquel no era su sitio. La noche debía ser perfecta. Esa reunión con unos buenos amigos invitaba a eso después de una jornada de distensión y descanso absoluto. No obstante, nada salió conforme a lo planeado y se encontraba allí,  sentado en aquel enfundado sofá, sosteniendo un whiskey entre sus trabajadas mano mientras veía reflejada su figura  en el perdido  espejo del fondo del pasillo, que pasaba desapercibido para todos excepto para su gato. Hasta allí huía para evadirse y abstraerse de la realidad. Clavaba su embriagada mirada en ese espacio imaginario que había creado entre sus  ojos, donde se contemplaba a sí mismo a través de aquellas ventanitas castañas y chispeantes que aún lucían en su rostro a pesar de los años…, a pesar de su tristeza. 

De repente esbozó una sonrisa. Nada le hacía sentir mejor que una buena conversación interior, en el misticismo de su yo  y al margen de lo que el mundo y su entorno generaban. Había adquirido la habilidad de abstraerse de todo aquello que no le interesaba y que le resultaba ajeno y superficial. Una reunión más. Una cena más de tantas y  la misma tertulia de siempre. Su mente no estaba ni para rutinas ni para banalidades; y había tomado la decisión de viajar libremente. Porque su cita de aquella noche estaba apunto de entrar con el siguiente trago, y aquel espejo era su lugar de encuentro.En su pensamiento, ella... 

Otro sorbo más del reserva escocés que tan bien sabía…,  el momento se iba aproximando.
En su corazón palpitaba el “tic-tac” de los segundos  y minutos que transcurrían, y el músculo de la vida se iba acelerando con intención deprovocar que el tiempo pasara un poco más deprisa. Bebía otro sorbo más, y otro… 

-Estoy triste-pensaba… Este no es mi sitio… Estoy triste, triste, triste…

Y cansado… muy cansado. El alcohol, el ruido y el tabaco empezaban a hacer estragos en su conciencia agotada y mermada instante tras instante, despertando un aletargado sentimiento de culpa que emergía desde el fondo de la copa de whiskey. 

Su cita estaba allí. Lo esperaba tras el dintel de su mirada, e iba avanzando peldaño a peldaño…desde el dolor de la soledad que sentían sus manos y sus dedos; empapando en sudor cada poro de su piel y recalando por las venas y arterias de su cuerpo para alcanzar su mente. Y era allí donde estallaba su éxtasis en una bacanal de deseos e instintos desenfrenados. No había momento del día más excitante que aquellos encuentros nocturnos…

-Buenas noches, es tarde y nos vamos. Os vemos cansados y es hora de marcharse – se despedían los amigos-
-Bueno, gracias porla visita. Lo hemos pasado genial, como siempre. A ver para cuándo tenemos otra. -Comentaban entre sonrisas y miradas de complicidad-

Besos y despedidas a su alrededor. Y mientras él permanecía sentado, observando a todos y elevando ligeramente la mano a modo de gesto de despido educado y cordial.

Era el momento esperado. Se cierra la puerta…

¡Mi  cita! –grita su mente- Y de un respingo se incorpora, entreabre la cortina y atisba la silueta del cuarto creciente lunar a través de la ventana, tímidamente escondida tras una despistada nube. 

-¡Ahí está ella! –piensa-

A paso cansado avanza hacia su dormitorio, con la ilusión que tiene un niño la noche de Reyes Magos y  con los nervios de una primera experiencia amorosa… 

-¡Voy a acostarme,estoy reventado!… -dice con voz lasciva -

Se apresura a llegar, pausadamente, sintiendo ese agradable temblor en sus piernas que se contagia al resto de su ser produciéndole un mágico y seductor estremecimiento. Se descalza. Se desnuda… Y mirando hacia el camastro se reclina sobre el mismo, se tumba y se arropa en el ansiado lecho. Cierras sus ojos, cruza los brazos sobre su pecho y se abraza intensamente por los hombros imaginando poseer en su regazo lo que más quería. 

¡Por fin estaba con ella!  Ese era el sueño…

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